domingo, 27 de julio de 2008

sábado, 26 de julio de 2008

LANVIER (o nuestro garden of the early delights)

Todos tuvimos al menos una sesión alorenada en la pared roja. A todos nos quitaron o quitamos alguna prenda, en algún rincón. Todos aprendimos el nuevo código verbal y no verbal que nunca dejó de reproducirse (tú qué sabes de mi dolor, da la cara, tae, tiririri tiririri, papapa papaparara, my girlfriend delicious, aquel gesto, la pose… and so on). Todos formamos parte de la producción y la pretensión. Todos nos sentamos en la silla giratoria para accionarla luego de shots excesivos de vodka (cuyo sabor dependía de la economía). Todos recreamos o fuimos espectadores de las crestomatías de Rubí. Todos nos convertimos en Gloria, Alaska, Britney, Madonna, Shakira o Beyonce. Todos cometimos al menos un pecado capital cuando la puerta de ese departamento se abría (la probabilidad era mayor cuando se cerraba). Nos confesamos tristes, borrachas, dejadas, tuertas y, por si fuera poco, a dieta. Trasnochamos. Dejábamos las fiestas de los otros para volver a la nuestra, la perpetua; dejábamos los antros para llegar a ese; y cuando alguien preguntaba por el precopeo y/o por el after, la respuesta era única y al unísono, después de un tiempo era un acuerdo tácito, la pregunta quedaba descartada. Allí reímos, lloramos, gritamos, recordamos, contamos dramas personales y ajenos, vimos porno, telenovelas pero, más que nada, todos bailamos como si no hubiera mañana, hasta que (en palabras del Turi) las caderas se hicieran polvo. Lanvier era hogar de los pretenciosos y sedientos, bajo un sol (metafórico y literal) que quema.




Ps. Ahora, lo que me pregunto es qué le espera a ese depa sin el Javier.
Ps2. También me preocupa el futuro de Da la cara sin la cámara del Abraham.
Ps3. La respuesta universal: A posar y posar, que el mundo se va a acabar.



Text by paloma

lunes, 21 de julio de 2008